Con los años, Sixto me ha enseñado lecciones que no pueden
comunicarse con palabras. Por favor, perdona mi débil intento de tratar de
comunicar esto. Nuestras visitas no consistía más que un juego de Uno que me
dejaba ganar, ya que haría sonreír tan grande, y nos gustaría beber sodas y
comer churos. Eso resume cada visita. En esas visitas, me enteré de que todos
nos queremos ser amados. Sólo queremos que alguien venga y creer en nosotros.
Sólo queremos que alguien nos diga que va a estar bien. Sólo queremos a alguien
que toma la mano. Sólo queremos que alguien piense que somos especiales. Sólo
queremos que alguien nos diga que tenemos un hermoso futuro que nos espera.
Sólo queremos a alguien que llora con nosotros y se ríen con nosotros. Sólo
queremos a alguien.
Estoy agradecido que llegué a ser que alguien de Sixto. Me decía
a menudo que él me quería enterrar a él cuando murió. Nos gustaría soñar juntos
del día, y recordemos que Dios es soberano. Pues bien, Dios es soberano, y
nuestro sueño ha llegado.
Sixto, le extrañaremos, pero es tan vale la pena saber que está
en el paraíso. Gracias, Sixto, por haberme enseñado las verdades profundas que
las palabras son incapaces de comunicarse. Usted eres amado.
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